Que los niños vean la televisión en exceso, al ser una actividad pasiva, puede favorecer a la obesidad, fomentar el consumismo, dificultar el desarrollo lingüístico, incitar a la violencia, e incluso alterar el sueño. Por ello, es fundamental el uso con moderación y llevar a cabo una serie de pautas:
Procura comer con ellos sin la televisión encendida
Los niños que comen con sus padres hablando con ellos tienen una autoestima más alta que los pequeños cuyos padres no siguen esta costumbre. Compartir este ratito sin ruido de fondo les transmite la sensación de formar parte de una familia que les quiere, lo que les proporciona confianza y seguridad. Además, comer viendo la tele es uno de los hábitos que más favorecen la obesidad.
No tener la televisión siempre puesta
Los niños deben aprender a entretenerse sin la tele, y aunque te parezca que no le presta atención, percibe sus sonidos y sus imágenes de forma inconsciente, lo que influye en su estado de ánimo. Por este motivo, enciéndela sólo cuando pongan un programa que pueda divertirle o enseñarle. Puedes ofrecerle alternativas más creativas como “leer” cuentos o jugar a juegos.
Supervisa lo que están viendo
Así podrás explicarle lo que no entienda. Sin la compañía de un adulto, el efecto educativo de los programas infantiles es mucho menor y aumenta el riesgo de que reciba imágenes o ideas inapropiadas.
Y por supuesto, el ejemplo que le das a tu hijo es lo más importante. Si sólo ves la televisión cuando ponen algo que realmente te interesa, el pequeño aprenderá a utilizarla bien y seguirá usándola así cuando sea adulto, ya que los expertos dicen que los hábitos televisivos se instauran durante los cinco primeros años de vida.